¿Hay mal que por bien no venga en el rápido deterioro de las relaciones entre Israel y Egipto?
Muchos expertos parecen asumir que con el casi colapso del tratado de paz entre Israel y su principal aliado árabe, después del ataque a la embajada israelí en el Cairo, obligará a la opinión pública israelí a reconocer la urgente necesidad de un acuerdo con los palestinos.
Después de todo, gran parte de la hostilidad actual parece tener su origen en la frustración continua de Egipto en el bloqueo israelí de Gaza y la falta de un Estado palestino. Solucionemos el problema palestino y las relaciones con Egipto, críticas para la seguridad de Israel y la estrategia regional, pueden retornar a la normalidad.
Otros suponen que a raíz del deterioro este verano de las relaciones de Israel con Turquía, por el bloqueo naval defensivo, y con la ONU yendo rápidamente hacia el reconocimiento de un Estado palestino este mes, los israelíes llegaran a una misma conclusión.
En realidad, ocurre lo contrario.
La amenaza al público egipcio a renegar su acuerdo de paz con Israel – que es repetida muy seriamente por el Primer Ministro Essam Sharaf, quien dijo el jueves que los acuerdos de Camp David "no eran algo sagrado" – han puesto en peligro la posibilidad de que alguna vez se llegue a un tratado similar entre Israel y los palestinos.
Si los egipcios pueden abrogar el acuerdo con tanta indiferencia, a pesar de que Israel pagó por su paz mediante la devolución de la península del Sinaí - los israelíes se preguntan - ¿por qué hacer un trato similar con los palestinos?
¿Es realmente sensible renunciar a Cisjordania si los palestinos de repente pueden cambiar de opinión 30 años mas tarde?
El acuerdo entre Israel y Egipto fue firmado en 1979, basado en la fórmula "tierra por paz". En 1982 Israel devolvió el desierto del Sinaí, un territorio tres veces más grande que el tamaño de Israel hoy en día, que había sido conquistado durante la Guerra de los Seis Días.
A cambio, recibió "paz" - es decir, la promesa de que Egipto no atacaría de nuevo, con algunas garantías mínimas de seguridad, tales como la limitación de las fuerzas egipcias permitidas en la vecindad de la frontera israelí.
La paz fue siempre "fría", con el contacto entre las dos naciones ocurriendo principalmente a través de los canales diplomáticos y oficiales. Pero siempre fue más fría en el lado egipcio. Los israelíes la calentaron, en cierta medida, con las decenas de miles de israelíes que visitaban y tomaban sus vacaciones en el en el Sinaí. Pero había muy poco tráfico en la otra dirección.
Los israelíes estaban orgullosos de la cooperación cada vez más estrecha entre los dos países: la construcción de un gasoducto de Arish a Israel en 2008, y el cierre común de las fronteras con Gaza, que surgió a causa de la preocupación mutua con la islamización.
El presidente egipcio, Hosni Mubarak, por el contrario, apenas admitió los lazos entre los dos países. Consciente de que el pueblo egipcio sigue odiando a Israel, dejó que el odio continúe contaminando en lugar de enfrentarlo.
Fue este odio se desató casi inmediatamente después de su renuncio como presidente. El gasoducto fue volado varias veces. Hubo un ataque terrorista contra ciudadanos israelíes cerca de Eilat por terroristas palestinos que habían entrado al país a través de la península del Sinaí. Por lo menos tres ciudadanos egipcios participaron en el ataque. Y por último, las manifestaciones violentas en masa frente a la embajada de Israel, que culminaron la mañana del sábado, cuando ocho guardias de seguridad fueron casi linchados por una turba y todo el personal, salvo el embajador adjunto que accedió a quedarse en la embajada, tuvo que ser sacado clandestinamente del país,
Sin embargo, la mayoría del daño fue causado por las demandas del público a que se abrogue el tratado de paz, y los comentarios irresponsables de políticos de alto nivel como el secretario general de la Liga Árabe, y el ex ministro de Relaciones Exteriores egipcio Nabil Elaraby , quien afirmó que el acuerdo de paz "no era tan sagrado como el Corán ".
Lo interesante es que no hubo propuestas egipcias de devolver el Sinaí a Israel si el tratado es abrogado.
Pero el problema de los israelíes no es simplemente la pérdida de su alianza con Egipto. Desde que el tratado con Egipto fue firmado, el acuerdo final entre Israel y los palestinos siempre fue concebido por ambas partes como siguiendo un modelo similar - "tierra por paz".
Israel renunciaría a la tierra conquistada en 1967, los contornos exactos se determinarían en las negociaciones. A cambio, recibiría "la paz" - una garantía de que el conflicto había terminado.
El precedente egipcio ha demostrado que la formula "tierra por paz" es una farsa: los sacrificios concretos por parte de Israel a cambio de promesas de buena voluntad pueden, al parecer, ser revertidos en cualquier momento.
Críticos pueden decir que todo esto es académico, ya que las negociaciones entre israelíes y palestinos -que tendrían que reanudarse incluso si Palestina es reconocida como un estado independiente por la ONU- han estado paralizadas desde hace años.
Pero esto se debe a que los palestinos se niegan a regresar a la mesa de negociaciones sin condiciones previas, y los israelíes no creen que los palestinos tengan seria intenciones pacíficas.
Encuesta tras encuesta muestran que, en principio, los israelíes han estado dispuestos a dar tierra por la paz, siempre y cuando la paz es genuina. Esta disposición ocurrió hasta ahora.
Los imprudentes manifestantes egipcios, sus nuevos gobernantes, que han permitido que disturbios ocurran fuera de control, puede haber dado proceso de paz su sentencia de muerte definitiva.
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